17.12.08

"en la cafetería", 1ª Parte

Me despierto tarde. Tarde para hacer ejercicios (ya no recuerdo la última vez que hice unas flexiones). Tarde para encender el ordenador. Tarde para hablar con mi hermana.
Mi primer compromiso es llegar a la cafetería y no hacer esperar a mi amigo Daniel. Ya no caben las excusas. Aunque no me las pide, me sabe mal no darle suficiente tiempo para que me cuente sus noveda
des. Cada vez se siente más solo y cansado, y me intriga mucho los habituales misterios que rodean su vida cotidiana, que a mi parecer, Daniel confunde fácilmente con una serie de sueños horripilantes. Confieso que, de todo lo que me cuenta, tan sólo suelo aceptar como cierto un porcentaje muy bajo, pero creo que la mayoría de personas que lo escucharan estarían de acuerdo conmigo, hoy por hoy sigue sin probarse la existencia de fantasmas, y conociendo un poco sus enfermizos antecedentes... está todo dicho.
Cuando llego a la cafetería ya está Daniel sentado en la mesa de siempre, frente a él, dos cafés rebosantes de humo demuestran sus deseos de activar su mente. La camarera que acaba de servirlo me ve entrar
como a diario y me saluda con la cabeza.
-Buenas joven.
-Buenos días Señora Gil- respondo, y me acerco a Daniel.
-Esos dos cafés te delatan, ¿Ha pasado algo?- digo a Daniel mientras me siento a su lado.
-Algo en lo que necesito pensar, aunque siento que la cafeína ha dejado de ayudarme desde hace tiempo. Me encuentro más agotado que nunca. Y sobre todo desde la desaparición de esa niña.
-No entiendo. ¿Qué tiene que ver esa niña contigo y con tu cansancio? ¿Te acuestas tarde preocupado y enganchado al telediario de las once?
-De eso nada. He dormido 14 horas seguid
as, y aún así... ya ves- Es cierto que noto a Daniel más cansado que de costumbre.
-¿Otra vez las pesadillas?- sospecho.
-De eso nada, estaba despierto cuando me encontré con Beta en mi cocina. Escuchaba la televisión mientras me preparaba para venir hacia aquí. Cogí mi desayuno y el de Oscar y cuando me dirigía a la salida del apartamento él caminaba hacia mi con esto- Daniel abre la mano y me muestra una pinza para el pelo.

Daniel es barrendero. Trabaja 6 horas, el máximo para una persona fuertemente medicada que debe convivir con constantes delirios y comportamientos esquizofrénicos. De antemano, presupongo dónde pudo encontrar esa pinza de chica adolescente. Debe encontrarse mucha basura reutilizable por las calles, aunque para qué recoger algo así. Quizás esta vez, como tantas, ha sido maniatado por su personaje imaginario favorito, Beta, un ser más delgado aún que el propio Daniel, de tez gris, rostro alienígena y huesos largos y finos, según el dibujo realizado en estas mismas servilletas por el pobre Dani. Qué lástima tener que enfrentarse a semejantes espejismos día sí, y día también.



1 comentario:

  1. Muy buen post, sobre todo ese estilo narrativo que tienes,.. de pasada te saluda:
    Un Simple Ciudadano
    Vivencias

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